Romeo
Te tomo la palabra.
Llámame sólo “amor mío” y seré nuevamente bautizado.
¡Desde ahora mismo dejaré de ser Romeo!
Julieta
¿Quién eres tú, que así, envuelto en la noche,
sorprendes de tal modo mis secretos?
Romeo
¡No sé cómo expresarte con un nombre quien soy!
Mi nombre, santa adorada, me es odioso,
por ser para ti un enemigo.
De tenerla escrita, rasgaría esa palabra.
Julieta
Todavía no he escuchado cien palabras
de esa lengua, y conozco ya el acento.
¿No eres tú Romeo y Montesco?
Romeo
Ni uno ni otro, hermosa doncella, si los dos te desagradan.
Julieta
Y dime, ¿cómo has llegado hasta aquí y para qué?
Las tapias del jardín son altas y difíciles de escalar,
y el sitio, de muerte, considerando quién eres,
si alguno de mis parientes te descubriera.
Romeo
Con ligeras alas de amor franquee estos muros,
pues no hay cerca de piedra capaz de atajar el amor;
y lo que el amor puede hacer, aquello el amor se atreve a intentar.
Por tanto, tus parientes no me importan.
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